La exjueza guatemalteca Erika Lorena Aifán Dávila, reconocida por su valiente labor contra la corrupción y el crimen organizado, tuvo que exiliarse debido a las constantes amenazas y persecución en su contra.
Aifán, quien comenzó su carrera en la educación primaria y luego estudió derecho en la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), llegó a convertirse en una de las jueces más influyentes del país. Durante su trayectoria, obtuvo dos maestrías —en administración financiera y derecho laboral— y un doctorado en ciencias penales. Su trabajo no solo la consolidó como una figura destacada en la lucha contra la impunidad, sino que también la hizo blanco de la corrupción y violencia que azota el sistema judicial de Guatemala.
Desde su rol en el juzgado de Alto Riesgo D, Aifán llevó adelante casos emblemáticos en la lucha contra la corrupción, incluso en tiempos de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).
A lo largo de su carrera, Erika Aifán asumió con firmeza la responsabilidad de defender los derechos humanos, priorizando la justicia en casos en los que estaban en juego la libertad, la integridad y la vida de las personas. Sin embargo, su dedicación le trajo también numerosos enemigos en los sectores de poder.
Un sistema judicial hostil y las amenazas de muerte
Aifán conoció de primera mano los riesgos de enfrentar a las estructuras criminales en Guatemala. En sus primeros años como jueza, un mafioso de Jutiapa le advirtió que enfrentaría el mismo destino que muchos de sus colegas en el país: primero le ofrecerían dinero, y si no aceptaba, su vida estaría en peligro. Esta amenaza, que reflejaba la brutal realidad del «plata o plomo», se convirtió en un constante recordatorio de los peligros que enfrentan quienes desafían el crimen organizado en Guatemala.
A lo largo de su carrera, Aifán fue objeto de amenazas y hostigamientos constantes, que se intensificaron tras la salida de la CICIG del país en 2019. Desde entonces, su rol en casos como el financiamiento electoral ilícito de grandes empresarios, la corrupción de altos funcionarios y las redes de narcotráfico hizo que la presión aumentara. La fiscal general de Guatemala, Consuelo Porras, emprendió una campaña en su contra, solicitando a la Corte Suprema de Justicia que le retirara la inmunidad para enfrentar acusaciones de abuso de autoridad y prevaricato. La persecución de Porras fue vista como una represalia por los casos de corrupción que Aifán había expuesto y que comprometían a personajes poderosos del país.
Casos emblemáticos y la lucha de Erika Aifán contra las mafias
Entre los casos más significativos a cargo de Aifán destaca el del financiamiento ilegal de la campaña de Jimmy Morales en 2019, en el que cinco empresarios guatemaltecos fueron acusados de contribuir ilícitamente a su candidatura. También fue responsable del caso Pandora, que implicaba a Byron Lima, un exmilitar que dirigía una red de corrupción desde prisión y estaba vinculado al exalcalde de la Ciudad de Guatemala, Álvaro Arzú.
Los intentos de apartarla de estos casos evidencian el poder de las redes de corrupción en el sistema judicial guatemalteco. Aifán mantuvo su postura en cada caso, rechazando presiones y sobornos. Sin embargo, el precio de su integridad fue elevado: ataques continuos desde el Ministerio Público y amenazas constantes a su seguridad, que la llevaron a decidir abandonar el país.
Reconocimientos internacionales y apoyo en el extranjero
Aifán no solo ha sido reconocida en Guatemala; también ha recibido múltiples premios y apoyos a nivel internacional. En marzo de 2021, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, le otorgó el reconocimiento «Mujeres de Coraje», destacando su valentía frente a la corrupción. En tanto, la congresista estadounidense Norma Torres ha sido una de sus más fervientes defensoras, exigiendo a Estados Unidos tomar medidas para garantizar la seguridad de la jueza Aifán y condenando la persecución que ha sufrido en Guatemala.
La violencia política contra las mujeres en Guatemala
El caso de Erika Aifán es una muestra de la violencia política que enfrentan las mujeres en el sistema judicial guatemalteco. Su experiencia ilustra cómo el Estado, en lugar de proteger a quienes luchan contra el crimen y la impunidad, muchas veces actúa en su contra. La persecución de Aifán por parte de las élites corruptas de Guatemala pone en evidencia la frágil situación de quienes intentan reformar el sistema de justicia y luchar por un país más justo.
A pesar de haber sido forzada al exilio, Erika Aifán ha dejado una huella profunda en la lucha contra la impunidad en Guatemala. Su resistencia ante la corrupción y su determinación en la defensa de los derechos humanos han inspirado a miles dentro y fuera del país. Hoy, su historia es símbolo de una justicia que persiste, a pesar de las amenazas y los obstáculos que imponen las redes criminales y políticas que dominan el país.