El jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), Rafael Curruchiche, volvió a quedar en evidencia. En una entrevista fallida que intentaron realizarle los periodistas Marvin Del Cid y Sonny Figueroa, de Vox Populi, el fiscal se refugió en el silencio y en su equipo de seguridad para evitar responder preguntas clave sobre su gestión. La escena, ampliamente difundida en redes sociales y en YouTube, mostró a un funcionario incapaz de sostener un discurso de transparencia, mientras sus guardaespaldas empujaban a los reporteros.
La entrevista buscaba respuestas sobre la captura nocturna de un candidato a directivo del Colegio de Abogados, una detención que ha sido señalada como una maniobra política para beneficiar a la Planilla Uno, respaldada por la fiscal general, Consuelo Porras, y el secretario general del MP, Ángel Pineda. La falta de explicaciones por parte de Curruchiche solo refuerza la sospecha de que el Ministerio Público está utilizando la justicia como un arma para sus propios intereses.
«Curruchiche no tiene respuestas»
Pero la falta de respuestas no es nueva. Curruchiche ha evitado abordar el evidente sesgo de la FECI, que ha enfocado su accionar en perseguir a periodistas, jueces independientes y opositores políticos, mientras ignora los escándalos de corrupción del gobierno de Alejandro Giammattei. Ni una sola investigación ha sido impulsada contra el expresidente o su círculo cercano, incluyendo a Miguel Martínez, quien se autoproclamó «Jefe de Jefes» dentro del Ejecutivo.
El episodio también recordó el caso del periodista Diego España, acusado de violencia contra la mujer por simplemente formular preguntas incómodas a una fiscal del MP. El patrón es evidente: la criminalización de quienes exponen las irregularidades dentro de la institución dirigida por Porras y operada por fiscales como Curruchiche, que prefiere esconderse antes que dar explicaciones.
La imagen de un fiscal huyendo de la prensa y refugiándose detrás de su seguridad desmonta el discurso de firmeza que intenta proyectar en redes sociales. Su silencio, lejos de transmitir autoridad, confirma lo que muchos sospechan: que su papel no es el de fiscal, sino el de operador político al servicio de un pacto de impunidad. Y cuando no hay respuestas, la única salida que le queda es el abuso de poder y el uso de la fuerza para acallar las preguntas que no quiere o no puede contestar.
Este artículo se basa en información publicada en una opinión de La Hora: Es que Curruchiche no tiene respuestas