La elección de Teodulo Cifuentes como presidente del Organismo Judicial (OJ) y la Corte Suprema de Justicia (CSJ) marca el desenlace de un prolongado estancamiento, pero no escapa a la polémica. Su nombramiento, el sábado 16 de noviembre de 2024, revive viejos señalamientos y pone en evidencia los vínculos con figuras cuestionadas, como el actual presidente de la Corte de Constitucionalidad (CC), Nester Vásquez, y operadores políticos ligados al caso Comisiones Paralelas 2020.
¿Independencia judicial o acuerdos políticos?
Cifuentes llega al cargo respaldado por magistrados cercanos a Vásquez, en un movimiento que se interpreta como una victoria de este bloque político sobre el grupo liderado por el presidente del Congreso, Nery Ramos, y figuras como Roberto López Villatoro y Estuardo Gálvez. Esta elección, que se definió en votaciones de 12 a favor y 1 en contra, subraya cómo los intereses políticos siguen dominando las decisiones en la máxima instancia judicial del país.
A pesar de no enfrentar procesos legales activos, Cifuentes no está exento de controversias. En 2020, el Ministerio Público solicitó un antejuicio por incumplimiento de deberes, desestimado posteriormente.
Además, se le ha señalado por supuestamente emitir fallos favorables al alcalde de Quetzaltenango y por decisiones judiciales que afectaron a comunidades indígenas. Estos antecedentes alimentan la percepción de un sistema judicial más comprometido con agendas particulares que con la justicia.
El peso de las alianzas cuestionadas
La cercanía de Cifuentes con figuras como Vásquez y magistrados como Clemen Juárez, Jenny Alvarado y Gustavo Morales plantea serias dudas sobre su independencia. Vásquez, señalado en Comisiones Paralelas 2020, es conocido por tejer redes de poder que buscan consolidar el control político sobre el sistema de justicia, debilitando aún más su credibilidad ante la ciudadanía.
La elección de Cifuentes también deja entrever una estrategia de contrapesos, donde el control del Organismo Judicial parece diseñado para garantizar la perpetuación de agendas específicas, dejando de lado los principios de imparcialidad y transparencia que deberían regir al OJ.
La carrera de Teodulo Cifuentes, presidente del OJ
Con una trayectoria de 14 años en el Organismo Judicial y una carrera académica destacada, Cifuentes llega al cargo más alto del sistema judicial en un momento de profunda desconfianza ciudadana. Sin embargo, su historial de vínculos y señalamientos pone en duda su capacidad para liderar una institución que enfrenta una crisis de legitimidad.
La presidencia de Teodulo Cifuentes será un termómetro para medir si el Organismo Judicial puede, alguna vez, liberarse de las influencias políticas o si, como muchos temen, continuará siendo un instrumento de poder al servicio de grupos particulares. La justicia en Guatemala merece algo más que acuerdos políticos disfrazados de decisiones institucionales.