
En la Corte Suprema de Justicia (CSJ) las fichas empiezan a moverse como si de un tablero de ajedrez se tratara, pero no para garantizar justicia, sino para asegurar la continuidad de un sistema cooptado. Según reveló el vespertino La Hora, todo apunta a que los magistrados pretenden elegir a Claudia Paredes como sucesora de Teódulo Cifuentes en la presidencia del Organismo Judicial (OJ) para el período 2025-2026.
La elección no es casualidad. Paredes mantiene vínculos con la Agrupación Solidaria de Profesionales Afines (ASPA), un grupo dirigido por el magistrado de la Corte de Constitucionalidad, Néster Vásquez, sancionado y señalado por sus estrechas relaciones con redes de corrupción judicial. ASPA no es un club de profesionales, es una plataforma política que opera a favor de los intereses de magistrados y empresarios cuestionados.
Vínculos con Gustavo Alejos
Además, el nombre de Paredes no es nuevo en escándalos. Fue la abogada que constituyó dos constructoras, entre ellas 4 Carriles S.A., vinculada al empresario Gustavo Alejos, figura clave en la red de tráfico de influencias en el sistema de justicia y con un largo historial de operaciones turbias. Durante el gobierno de Alejandro Giammattei, esa constructora fue beneficiada con jugosos contratos. La pregunta es obvia: ¿una abogada con semejantes vínculos puede encabezar el máximo tribunal de justicia?
Pero lo más grave es lo que está en juego. Si Paredes asume la presidencia de la CSJ, le corresponderá dirigir dos procesos decisivos en 2026: la elección del nuevo Fiscal General y la nómina de magistrados de la Corte de Constitucionalidad. En otras palabras, será quien ponga la mesa para blindar la impunidad en los próximos años.
Tiene apoyo de Vamos y Todos
No es casualidad que diputados de Vamos y Todos, partidos con líderes señalados por corrupción, apoyen su candidatura. Su respaldo solo confirma que buscan una presidenta a la medida de sus intereses. El Organismo Judicial no debería ser un botín político, pero con movimientos como este queda claro que los magistrados lo han reducido a eso: un refugio para negociar favores y garantizar impunidad.
La llegada de Claudia Paredes a la presidencia de la CSJ no representaría un relevo, sino la consolidación de un sistema podrido, diseñado para que los corruptos sigan escribiendo las reglas del juego.
Este artículo se elaboró con base en investigaciones del vespertino La Hora.