
La captura de Luis Haroldo Pacheco Gutiérrez, viceministro de Desarrollo Sostenible y expresidente de los 48 Cantones de Totonicapán, es el más reciente intento del Ministerio Público, liderado por Consuelo Porras, por sepultar la memoria viva de una Guatemala que se levantó con dignidad en 2023. Lo que está en juego no es solo la libertad de un líder comunitario, sino el derecho de todo un pueblo a resistir pacíficamente frente a un sistema cooptado.
El MP acusa a Pacheco de delitos tan graves como terrorismo, asociación ilícita e instigación a delinquir. ¿Su “crimen”? Haber sido una de las figuras clave en el #ParoNacionalIndefinido que se extendió por más de 100 días y que se convirtió en el corazón palpitante de la lucha por la democracia, encabezada por pueblos indígenas y respaldada por millones de ciudadanos.
También fue capturado Héctor Chaclán, otro destacado líder de los 48 Cantones, quien encabezó múltiples protestas por la democracia durante 2023. Su detención forma parte del mismo caso bajo reserva manejado por la Fiscalía Contra el Crimen Organizado, que ahora busca extender la criminalización con tres órdenes de captura más pendientes contra otros líderes comunitarios.
Un mensaje directo a los pueblos indígenas
Con estas acciones, Consuelo Porras y su equipo han mandado un mensaje claro: en Guatemala, defender la democracia desde las calles puede llevarte a prisión. Y si eres indígena, líder comunitario y te atreves a ejercer tus derechos constitucionales, te etiquetarán como terrorista.
Pero ni la historia ni el país olvidan. Sin la voz de los 48 Cantones, sin la valentía de Luis Pacheco, de Héctor Chaclán y sin la resistencia interdepartamental que se levantó frente al Ministerio Público, Bernardo Arévalo no sería hoy presidente. Sin ese paro histórico, el autoritarismo habría sellado su golpe electoral.
Arévalo: “Un golpe contra el pueblo digno de Guatemala”
El presidente Arévalo no ha guardado silencio. Calificó estas capturas como un acto de criminalización de la resistencia indígena y advirtió que se trata de una ofensiva sistemática contra quienes defendieron el proceso democrático.
“Estamos siendo testigos de lo que es capaz de hacer una cuadrilla de criminales cuando saben que se les está acabando el tiempo”, declaró. En un mensaje directo al Congreso, Arévalo urgió la aprobación de iniciativas legales para detener el hostigamiento desde el MP y llamó a la ciudadanía a cerrar filas en defensa de la justicia.
Los 48 Cantones: una voz que no se silencia
La Junta Directiva de los 48 Cantones no tardó en pronunciarse. Condenó las capturas como un ataque directo a los pueblos indígenas y a su derecho legítimo a la protesta. “El pueblo ha salido a manifestarse en busca de justicia, no para obstaculizarla”, expresaron.
La organización denunció que estas detenciones buscan infundir miedo, pero advirtieron: “Los líderes que han trabajado por la democracia y la justicia no están solos”. Y si no hay respuestas ni liberación inmediata, las movilizaciones podrían intensificarse.
Juan Francisco Sandoval: “Criminalizar la esperanza”
Desde el exilio, el exjefe de la FECI, Juan Francisco Sandoval, fue tajante: “Las órdenes de captura contra Luis Pacheco y Héctor Chaclán son un atentado contra el espíritu ciudadano”. Y añadió: “Criminalizar su liderazgo es criminalizar la esperanza de un país sin corrupción”.
Sandoval también denunció el cinismo con el que actúa el MP, citando un mensaje difundido por Ángel Pineda, secretario del MP, en el que celebraba el día de las capturas como si se tratara de una victoria personal: “¡Hoy será un gran día!”, escribió. Un mensaje que revela más de lo que pretende esconder.
¿Qué sigue?
Cada vez son más las voces que denuncian que la Fiscalía no responde al interés público, sino a una élite atrincherada que teme perder sus privilegios. Las capturas de Pacheco y Chaclán no son casos aislados: al menos tres órdenes más están listas para ejecutarse contra dirigentes que participaron en el paro nacional.
En lugar de investigar a quienes compraron impunidad, el MP persigue a quienes la desafiaron. Pero la historia no se borra. En 2023, los pueblos indígenas escribieron una página épica. Y aunque hoy intenten encarcelar a sus protagonistas, ese capítulo sigue vivo en la conciencia de un país que despertó. Criminalizar la protesta es reconocer que la protesta funcionó.