En un dramático giro de los eventos que han marcado su vida en los últimos años, la exfiscal anticorrupción, Virginia Laparra, decidió salir al exilio para, en sus propias palabras, «preservar su vida». Esta decisión llega tras enfrentar dos años de encarcelamiento y una reciente sentencia de cinco años de prisión conmutables, dictada por un tribunal que ella misma considera arbitrario.
En una carta, Laparra explicó el motivo detrás de su dolorosa determinación. «Lo hago con tristeza y plena consciencia de la dificultad que representa para mi familia, mis amistades y mis abogados», expresó con emotividad. Desde su perspectiva, las sentencias en su contra y la amenaza constante de persecución penal han sido motivos contundentes para tomar esta decisión radical.
Violaciones a los derechos humanos de Virginia Laparra
Las acusaciones que pesan sobre Laparra datan de un supuesto caso administrativo, impulsado en parte por el juez Lesther Castellanos, quien enfrenta sus propias acusaciones de corrupción. Durante su encarcelamiento, Laparra y defensores de derechos humanos internacionales denunciaron violaciones a sus derechos y falta de atención médica adecuada, pese a complicaciones de salud.
El contexto político en Guatemala no ha sido ajeno a estos casos de persecución. Más de 50 operadores de justicia, periodistas, líderes indígenas y activistas han optado por el exilio entre 2019 y 2023, alegando persecución política por parte del Ministerio Público, una institución que enfrenta sanciones de Estados Unidos.
El reconocimiento otorgado a Laparra el pasado 8 de marzo por el presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo de León, por su excelencia laboral, ahora se ve eclipsado por su partida forzada al exilio. En su carta, Laparra reafirma su convicción de que la verdad está de su lado, subrayando su firmeza en medio de la adversidad.
Este acto de resistencia de Virginia Laparra no solo resalta las vulnerabilidades del sistema judicial guatemalteco, sino que también pone de relieve la lucha incansable por la justicia y la dignidad humana en un contexto de creciente represión.
Con su salida al exilio, Laparra deja un vacío significativo en la lucha contra la corrupción en Guatemala y un recordatorio angustioso de los desafíos que enfrentan los defensores de derechos humanos en todo el mundo.